Vive en Pontevedra, compite con el Valencia y defiende a Rumanía en todas las citas internacionales. Felicia Tilea Moldovan (Magura Ilvei, Rumanía, 1967) es una de tantas emigrantes que ha dado el atletismo, aunque su viaje a Galicia se debe en exclusiva al terreno afectivo. Su esposo, Lucian Moldovan es el técnico de remo del centro de alto rendimiento pontevedrés.
Felicia Moldovan no es una desconocida en el mundo de la jabalina. Se inició a los 16 años en su país natal y poco a poco fue adquiriendo experiencia y relevancia internacional. Hace un lustro que llegó a España. Primero a Santander y desde hace cuatro años a Pontevedra. «Me vine con mi marido», comenta en un perfecto y vertiginoso español. No ha tenido problemas de adaptación, todo lo contrario. «Antes -en Santander- tenía que pasarme el día en el coche para entrenar, ahora lo tengo todo al lado de casa». Cualquier momento es bueno para acercarse al Estadio da Xuventude y trabajar.
«Nunca me he planteado ser española», indica antes de entrar en detalles técnicos: «Nosotros tenemos una larga tradición en la jabalina. Una escuela de muchos años y con muchos títulos a nuestras espaldas. En España se lanza con la misma técnica que el peso y el disco y la jabalina tiene su propia mecánica. Nosotros tenemos nuestros propios trucos».
Y esas mañas le han valido para estar presente en tres finales olímpicas (Atlanta, Sídney y Atenas), en los mundiales de Sevilla y Edmonton y en un buen puñado de citas de primer nivel internacional.
Pese a todo, la pontevedresa de adopción tiene una espina clavada, no subir al podio olímpico. «Pienso que me voy a tener que retirar sin una medalla olímpica», comenta apesadumbrada. Fue séptima en Sídney pese a padecer un esguince tres semanas antes y entró con el quinto mejor registro en la final de Atenas, pero diferentes problemas físicos le privaron del éxito. Incluso estuvo lejos de su mejor lanzamiento de la historia (63,89 en Atenas en el año 2002).
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